DECÁLO (E IMPACTO) DE LA CREACIÓN POSITIVA

Si bien puede comenzar a partir de una idea individual, su elaboración y producción debe ser colaborativa.

Una creación colectiva puede otorgar eficiencias en su implementación, ya que existirán menores barreras de entradas para ello.

El definir una creación colectiva no es lo mismo que una masiva. Suele suceder que muchos “opinantes” merman la fluidez de crear y definir ideas concretas. El factor tiempo se pone en riesgo.

Si es el resultado de un arduo ejercicio de “Brainstorming” (lluvia de ideas), posteriormente requiere un esquema de planificación que permita tener una hoja de ruta de su desarrollo e implementación. Las ideas quedan sólo en eso de no considerar un escenario de implementación real y de acciones por realizar.

No es lo mismo crear que implementar. Aunque en el ejercicio de la implementación también está el espacio para crear e innovar.

La creación impacta sobre la organización cuyos colaboradores se vuelven parte activa de esta y de los proyectos que buscan aportar para el logro de los objetivos de la empresa.

El crear motiva, sin importar el peldaño o nivel de la estructura organizacional que esto suceda, pues emocionalmente quien realiza su ejercicio vuelve a un estado de consciencia intuitivo, desafiante, lúdico y productivo.

Necesariamente una organización debe generar los espacios entre sus tareas del día a día, para la creación y sus líderes deben provocar y motivar que así suceda.

La creación, al igual que la implementación, trae consigo un trabajo de equipo que, si es bien liderado, permitirá generar sinergias cuyos resultados otorgarán alcances superiores a los esperados.

Todo acto de creación es positivo. No existen ideas malas, ya que inclusive estas sirven de antecedentes para un siguiente y mejor escala.

El crear también está en el acto de copiar y mejorar.

La creación es infinita, dado que, si bien un proyecto tiene temporalidad para que sea un aporte al cumplimiento de los objetivos planteados, puede igualmente considerarse una primera fase de un plan mayor. Muchas veces funciona mejor profundizar y avanzar en un troncal definido y de permanente crecimiento, a uno que sólo termine para comenzar nuevamente todo desde cero.

La innovación puede estar presente en todo proyecto, nivel jerárquico y funciones operativas en donde pareciera ser que ya todo está establecido. Por esta razón, el ejercicio constante de la creación es vital para crear visibilidad y análisis de lo que dábamos por hecho.

Todos tenemos la capacidad de crear al igual que comunicar. Lo hacemos todo el tiempo y no es una virtud de algunos pocos.

La creación positiva o el ejercicio empático de su proceso, será infinitamente más productivo que uno cuyo origen sea en respuesta a un mandato coercitivo.

El descubrir una nueva forma, método o manera de comunicar o realizar alguna tarea, apela a esa necesidad individual de jugar con lo establecido. Por ello, su realización aporta un agrado y disfrute a quien lo realice.

Crear una acción positiva para una organización permite que sus resultados permie a todos quienes participan o se involucran con ella. Colaboradores motivados y cohesionados generando espacios de innovación en procesos establecidos, será una diferenciación clave para la competitividad de la empresa que pertenecen.

El llamado es volver a la esencia, a ese sentido común e intuitivo que nos lleva a generar espacios de crecimiento, juego, emociones y sentimiento de pertenencia hacia un equipo que busca un objetivo en conjunto, cuyo proceso acompañado de humor y empatía, permite descubrir que, a pesar de los años, estudios, experiencias y contingencias, seguimos siendo aquellos niños que en algún momento se detenían y maravillaban frente alguna sorpresa o novedad. La misma que al llegar a nuestras vidas, nos ayudaban a comprender que existen cosas que simplemente son distintas y que no conocíamos, pero que estábamos dispuestos a tomar e implementar.