MARKETING POSITIVO ¿ES SÓLO PARA USARLO EN CAMPAÑAS?
Hace algunos días atrás, en una reunión con emprendedores, me hicieron una pregunta que caló hondo sobre lo que sería mi propia percepción de cuál es el límite que aborda el marketing positivo.
Si bien, comprendemos de qué trata y cuál es su foco, proceso y resultados en campañas que deseamos que tengan este matiz, no visualizamos en una primera instancia el impacto que posee sobre aquellas personas que participan en el proceso creativo o en la materialización de estas campañas. Como tampoco, sobre los clientes y consumidores, quienes son, en definitiva, aquellos que solicitan y reciben el mensaje.
Claro, porque para hacer este tipo de marketing, independientemente del estado de ánimo que sus desarrolladores presenten un día u otro, en su generalidad, deben estar -justamente- en sintonía a este estado de consciencia que busca provocar un compromiso mediante la generación de un cambio emocional hacia al ámbito positivo.
Por ello, la pregunta obliga a cuestionarse si para hacer marketing positivo, ¿Hay que serlo? Ciertamente, quienes lean esta columna podrán tener distintas respuestas y estar de acuerdo o no a este postulado. Aunque todas y todos, de extremo a extremo y el intermedio entre estos, estarán de acuerdo que, quienes pretendan hacer este tipo de comunicación, ciertamente se les facilitaría bastante y sería más honesto su mensaje, si lo fueran.
Entonces, resulta interesante revisar cómo permea este objetivo en todos sus involucrados y cómo los resultados y logros de estas campañas -positivas- son la respuesta a un proceso que abordó mucho más que variables de presupuestos, canales, cartas Gantt u otros. Producto que fue desarrollado por personas, hacia personas y que, al hacerlo, sintieron y buscaron cómo hacer un mensaje recordable, sentido, adoptable y difundidle a quienes buscaban desde un principio, encantar.
El muy conocido y admirado Víctor Küppers, en sus diversas oratorias ha promovido una ecuación que simplifica, de una manera muy aclaratoria, el impacto de la actitud positiva sobre otras variables como lo son las del conocimiento y experiencia.
En efecto, su ecuación señala que el conocimiento (C) y la experiencia (E) pueden sumar muchísimo a los resultados esperados, si y sólo sí, quienes las posean se sientan motivados por una actitud (A) positiva, ya que la carencia o el aporte mínimo de esta, sólo provocará llevar al mínimo o a la inexistencia de las demás variables en su gestión para la empresa: (C+E) *A. La actitud positiva se potencia en la medida que exista la creencia en el hacer, más allá de ser. Dicho de otra forma, una actitud impulsada por el motor que genera la pasión (P).
Sumado a lo anterior, podemos avanzar visualizando otras ecuaciones que nos lleven a un análisis más singular y a la vez amplio de lo que estamos postulando. Siendo así, comenzamos por considerar que, para todo proyecto y su evaluación, se requiere atender los tiempos de ejecución. El Tiempo (T) será entonces el período asignado para el desarrollo de una actividad que nos llevará, o nos acercará, al objetivo final.
Como tal. Esta variable tiene un enemigo, a quien, para efectos del presente análisis, llamaremos Miedo (M). Si este afecta la capacidad que tenemos para tomar decisiones claves que nos permitan superar los hitos relevantes de un proyecto, puede entonces alterar el desarrollo e implementación oportuna de este. Con relación a ello, estar más focalizados (F), permitirá que la propia motivación y atención a cada detalle hará abordar anticipadamente una contingencia en la pudiera aumentar la sensación de miedo, lo que disminuirá los plazos y producirá eficiencias en lo que se esté ejecutando: F= (T-M).
Entonces, considerando que el conocimiento es caducable, la Sabiduría (S) será definida como el conocimiento que logre ser proyectable en el tiempo, y siendo así, la Pasión, la involucra conocimiento, experiencia y actitud, debe ser exponencial en el tiempo, variable que, como vimos antes, puede ser afectada por el miedo frente al plazo de ejecución.
En definitiva, la Excelencia (Ex) que debe buscar toda empresa y que puede verse fuertemente impulsada por el desarrollo del marketing positivo, interno y externo, aborda que el conocimiento, sumado a la experiencia y motivada por una actitud positiva y bien focalizada, permiten instalar las buenas prácticas en las diferentes áreas de la organización, mediante el Relacionamiento (R) interno e interactivo: Ex = [((C+E) *A) ^F]*R. No en vano, desde hace mucho se habla de la sinergia como un elemento clave en el éxito de toda organización. Su resultado, superior a la mera suma de sus partes, es la generación de una nueva dinámica, como resultado de la interacción más armónica y productiva entre ellas.
Por lo tanto, esta última fórmula nos señala que el proceso creativo y/o productivo no es uno estático, sino, muy por el contrario, es uno de permanente evolución. Dicho proceso involucrará a todos los integrantes del equipo que participen en él, de manera de evitar que algunas de las variables involucradas puedan verse afectadas negativamente, produciendo un efecto similar en toda la organización.
En consecuencia, generar y comunicar acciones positivas que aborden estas variables serán tan importantes para el desarrollo operacional, o bien para la creación y ejecución de una campaña de marketing, ya que como se dice por ahí: “Nuestros intereses nos singularizan y nuestras acciones nos definen.